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¿Por qué la Consolación huele a miel?

Luciana Peralta - Isabel Polo

Si algo caracteriza a Susana Gutiérrez son sus picarones y estos se han dedicado a enamorar a los vecinos de la urbanización Santa Victoria desde hace 5 años; el delicioso aroma de este manjar peruano le ha dado la oportunidad de adueñarse de los bolsillos de la gente chiclayana y poder darse una vida digna, hasta que un virus extraño llegó para quitarle sus sueños.


La tarde del miércoles cuatro de marzo, el expresidente Martín Vizcarra anunciaba la llegada del nuevo coronavirus a Perú, lo que traería como consecuencia crisis económica al país; que ya tenía como problema la abundante pobreza en diversos sectores del territorio.


Distintos comerciantes mostraron su desacuerdo ante las nuevas normativas, trescientos mil de ellos son ambulantes, ganando un presupuesto para sustentar sus recursos. Sin embargo, con el nuevo confinamiento, sus planes se vieron interrumpidos y no podrían seguir operando.


Susana Gutiérrez Ayala, de 46 años, conformaría el extenso grupo de vendedores por su humilde puesto de picarones en una esquina de Santa Victoria, se quedaría sin lugar de venta, y lo más importante, sin presupuesto con el que logre mantener sus recursos.


Ingrediente secreto


Calientes, redondos y acompañados con su rica miel, expanden su delicioso aroma alrededor de las calles Jacarandas y Los Pinos, atrayendo a los clientes por su característica esponjosa y su singular hoyo en el centro.


Susana Gutiérrez Ayala recibió el más bello tesoro proveniente de su abuela. Una hoja arrugada que contenía letras escritas a mano donde se encontraban los ingredientes más que necesarios para la preparación del exquisito manjar.


La herencia que cayó en las manos de Susana a los 19 años, se convirtieron en su razón de vida. Empezó a cultivar el arte en sus manos, y a mejorar su técnica de amasar. Poco a poco su vida se complicó, la pérdida de su abuela llegaría a los 20 años, por lo que no dejaría que su legado se quede sin reconocimiento, subiendo a un bus que la traería directo a Chiclayo, lugar donde se convertiría en la reina de la esquina de la Consolación.


Esquina bendita


En septiembre del 2015 fue cuando la esquina de la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación empezó a oler a miel. Todo buen vecino de Santa Victoria conoce los picarones de Susana, y para ella ese lugar está bendito.


Susana no cree en coincidencias, para ella el hecho que le vaya tan bien en la esquina de una parroquia tiene intersección divina, así que su éxito se lo debe a Dios.


Susana llegaba cada tarde a las cuatro a la intersección de las calles Jacarandas con Los Pinos, en la urbanización Santa Victoria; con su banco en mano y sus sartenes, se sentaba y ponía sus manos a la obra. Para ella era personal, pues el hecho de que la receta de su abuela era la responsable de las sonrisas y cumplidos de sus clientes, le llenaba el corazón.


Su acto terminaba a las diez de la noche, cansada, recogía sus cosas y esperaba a su primo para que la venga a recoger y así llegar a su casa a alistar todo para el día siguiente; a pesar de la monotonía, Susana asegura sentirse bendecida, pues vivir de su pasión no es algo que todos puedan exclamar.



 
 

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